Joan Prat Brescó y Dolores Guasch, mis padrinos, iniciaron la actividad en el actual emplazamiento donde se encuentra hoy en día el restaurante, con el trato con la forja, realizando todo tipo de pequeña maquinaria agrícola para poder realizar las tareas del campo de aquella época, oficio que dio el nombre actual de Cal Farré.

Siguiendo con el oficio de herreros, en 1924 mis abuelos inician la actividad en el sector de la hostelería con un café situado en la planta baja, junto con un economato que dio servicio al pueblo, acto que se observa en el registro de la matrícula de la contribución industrial, que sitúa la actividad en el mismo emplazamiento donde se encuentra actualmente el restaurante.

En el año 1925 se amplía Cal Farré, la compra de la casa contigua seguido del derribo de la pared que las separaba, permite mantener la herrería y el café de la planta baja, obligando construir varios pilares centrales, uno de los cuales se conserva hasta día de hoy, el especial protagonista del hall actual del restaurante.

En la primera planta se construye una sala que permite ampliar el espacio del café de la planta baja y que también se utilizó para los bailes y conciertos de la época. Es en esta planta donde se ubica el primer comedor y cocina de la trayectoria de Cal Farré.

En la segunda planta se construye una fonda de seis habitaciones donde se ofrecía hospedaje a todos los viajantes y gente de paso que periódicamente transitaban por el pueblo de Vallfogona.

En el año 1948, se reforma la planta baja construyendo una sala de baile que permitió ampliar el espacio del café, destinada principalmente al baile. El funcionamiento de esta nueva sala se compaginó con el salón y comedor de la primera planta, junto con la herrería construidos en años anteriores.

El progreso de la sociedad de la época condujo que a partir de los años sesenta se celebraran los primeros banquetes de bodas y otras celebraciones, y es en este punto donde la sala construida en el 48, se utilizó para la celebración de los banquetes , siendo las bodas las fiestas más celebradas, con los icónicos pasteles nupciales de varios pisos y las figuras de azúcar del maestro pastelero Lluís Muixí de Balaguer.

En 1952 fue una fecha importante, la incorporación de la madre Ramona Cases, una persona que lo daba todo sin pedir nada a cambio y mi padre Joan Prat, una persona honrada y trabajadora iniciaron juntos este nuevo camino dentro de la historia de Cal Farré, llenos de ilusión y optimismo para vivir los nuevos cambios sociales, políticos y económicos que se evidenciaban después de las posteriores secuelas de la Guerra Civil.

La entrada de la madre en la cocina dio lugar a sus frutos, su know-how dentro de la cocina conlleva a la aparición de los platos icónicos de la casa que se conservan hasta el día de hoy como los Caracoles a la llauna, la Cassoleta Cal Farré, la Cassola de tros, los Canelones de asado o el pollo con setas. Todo su esfuerzo y dedicación también se trasladó a la barra del bar, donde había una pequeña zona de cocina en la que se realizaba delante del cliente las tapas para los vermuts como son las “zarzuelas” (Mezcla de chipirones con aceite, berberechos, aceitunas, “ kimbos” y anchoas), la Sípa a dados, las barrigas de cerdo guisadas o los calamares a la romana entre otros.

El carácter emprendedor de mi padre, conlleva a la ampliación y crecimiento constante de Cal Farré. Son muchos los cambios y reformas que caracterizan a los próximos años de historia de la casa junto con la madre y todos los familiares cercanos que les acompañan en esta trayectoria siendo fieles a ofrecer una buena cocina y darlo todo al cliente.

Fue en septiembre de 1968 cuando desaparece completamente la herrería de la planta baja dando paso a una nueva sala de baile mucho mayor, con palcos con dos pisos de altura, donde se realizaron los conciertos de la Trinca, Sopa de cabra, Conxita Bautista o Pere Tàpies. Esta ampliación da lugar a realización de eventos con mayor capacidad y con un escenario para las orquestas de bodas. En la primera planta quedó una cocina y un pequeño comedor para los clientes de cada día y grupos reducidos, utilizando la sala de baile para los banquetes. Es en este momento donde también se construye un bar más grande con una pequeña plancha donde se realizaban tapas calientes y bocadillos, así como propuestas más rápidas para acompañar a las bebidas.

En 1985 desaparece la sala de baile de la planta baja dando paso a dos comedores con una capacidad para 80 comensales, así como una cocina mucho más amplia, que permitió mejorar la oferta gastronómica y ofrecer más variedad a los clientes.

El 1990 supone dar un paso más a la gastronomía de Cal Farré, el gran recibimiento de los clientes, conlleva ampliar la cocina construida en 1985 para hacer frente a la demanda, a partir de una reducción del bar anterior, construido en 1968. Con esta reforma se construyó el bar y la cocina que se mantuvieron presentes hasta el 9 de febrero de 2022.

En 1995 se elimina la pequeña sala construida en la primera planta desde el año 1968, y junto con el espacio que cedió el derribo de las palcos del año 1985, se construyó la sala de banquetes actual de 162 m² con una capacidad de 90 comensales.

En 2004, se reconstruyen las salas del restaurante construidas en 1985, manteniendo elementos estructurales como los cerramientos de madera natural aportando nuevos elementos decorativos como la piedra creando un ambiente cálido y acogedor que se conserva hasta el día de hoy.

La última reforma conduce a la remodelación y ampliación de la cocina de la padrina del año 1985, construyendo una cocina de 60 m² que incorpora nueva maquinaria y tecnología para ofrecer una propuesta gastronómica más innovadora. Esta reforma también da paso al derribo del bar del año 1990, creando un nuevo vestíbulo así como una sala privada para 10 comensales, con elementos arquitectónicos que forman parte de la historia de Cal Farré.